Sunday, April 14, 2024

El viejo y la memoria

 

Cuando el abuelo se olvida de donde puso los anteojos inmediatamente se piensa que esta perdiendo la memoria. Cuando le ocurre a un adolescente es porque no durmió bien o porque esta preocupado por su próximo examen. Si el presidente Biden confunde a Egipto con México es porque se esta volviendo senil. Pero... ¿hay alguien que este libre de olvidar o confundir lugares y nombres en algún momento?

 

El envejecimiento se ha mirado mayormente como un periodo de decadencia en lugar de una etapa de desarrollo única como la infancia o la adolescencia con exigencias, limitaciones y ventajas propias. Nos guste o no todos llegamos a esa temido lugar, si no desaparecemos antes, y cuando llegamos ahí, hay gente joven  que no ven la hora de apartarnos del camino.

 

La verdad es que, no importa que edad tengamos, el cerebro siempre esta cambiando en respuesta a las presiones de los genes, la cultura y las oportunidades que se presentan y ningún periodo de la vida tiene supremacía sobre otro. Algunos sistemas decaen mientras que otros aumentan en eficiencia. Las ultimas investigaciones neurosicológicas sugieren, en contra del prejuicio social, una forma completamente nueva de pensar el envejecimiento de la memoria, de los sistemas de percepción, de la inteligencia e incluso de la motivación y la vida social que revelan que la memoria no es una sola cosa, sino algo que reside en circuitos neuronales distribuidos espacialmente, siendo cada uno diferente según sirvan la memoria semántica, episódica, procedimental o autobiográfica.    

 

Y así es como cosas pasan a menudo. Vamos a la cocina, abrimos el refrigerador y de pronto no recordamos que es lo que queríamos. No es la primera vez que ocurre. Nos pasaba también cuando jóvenes. Pero ahora, cuando ya no lo somos, lo interpretamos como un signo de decadencia... ¿cierto? Cierto, pero no necesariamente un signo de decadencia senil. La  investigación de este tipo de deslices indica que ellos son normales y rutinarios a medida que envejecemos y no son necesariamente  indicativos de ninguna enfermedad por venir. Cada década después de los cuarenta el cerebro pasa mas tiempo contemplando los propios pensamientos que absorbiendo información del medio ambiente, por lo que no es raro olvidar a que fuimos al refrigerador.

 

 Si el olvido nos preocupa, a pesar de ello, es porque sabemos que sin memoria carecemos de identidad. Nuestra concepción de si mismos y de quienes somos depende de la narrativa mental que organiza  las experiencias que hemos tenido y las personas que hemos conocido. Sin memoria, por ejemplo, no sabes donde vives o quien es la mujer que te acompaña todos los días. Millones de años de evolución la han mejorado, pero la historia de su evolución tiene giros  y vueltas y nuestros recuerdos se parecen, no tanto a grabaciones, como a rompecabezas al que le faltan muchas piezas que el cerebro reemplaza con conjeturas creativas que con frecuencia conducen a errores de recuerdos. Es por eso que cuando envejecemos comenzamos fabular mas a medida que el cerebro funciona mas lentamente y los millones de recuerdos que tenemos comienzan a competir entre si. Todos tenemos grabados en nuestra mente como verdaderas cosas que nunca sucedieron o combinaciones de cosas separadas que si sucedieron. Todos estos giros y vueltas reafirman la idea de que el funcionamiento de la memoria, en verdad, no se debe a una sola cosa sino a un conjunto de procesos y sistemas biológicos diferentes, con trayectoria evolutivas separadas, que casualmente los designamos con un solo termino. Tenemos, por ejemplo, memoria espacial  que registra donde estamos en  el mundo, otra memoria procedimental que registra en que dirección abres y cierras un grifo y la memoria a corto plazo que rastrea lo que estabas pensando tres minutos atrás. En el nivel mas alto de la jerarquía mnémica se ubican la memoria explicita que contiene los recuerdos conscientes de experiencias y conocimientos semánticos y la memoria implícita  que contiene cosas que sabemos sin que estemos consciente de saberlas. El cuerpo las recuerda. Los lapsos de memoria relacionados con la edad empiezan a tener sentido, entonces, cuando  un sistema de memoria empieza a funcionar con menos eficiencia que otro.

 

Si la tía de ochenta y nueve años que tiene Alzheimer no recuerda donde esta o que mes es, pero aun recuerda como usar el tenedor, ajustar la televisión o leer es porque el hipocampo y el lóbulo frontal medio, que son las regiones cerebrales cruciales para la memoria explicita, decaen y se encogen con la edad, pero no afectan la memoria implícita. Todos los sistemas de memoria, incluso los sanos, pueden  alterarse fácilmente. La memoria a corto plazo, por ejemplo, depende de la atención activa que le prestamos o si algo nos distrajo en ese momento. Si voy al closet a buscar la bufanda fácilmente puedo olvidar a que iba si en ese momento suena el teléfono o alguien me habla. La capacidad para restablecer automáticamente el contenido de la memoria disminuye ligeramente cada década después de los treinta. Pero la diferencia entre un lapso de memoria a corto plazo en una persona de setenta y otra de veinte no es lo que comúnmente se piensa. No es raro ver estudiantes universitarios cometer todo tipo de errores de memoria a corto plazo... entrar al aula equivocada, olvidar cosas dichas en clase unos pocos minutos atrás o donde pusieron el teléfono. Esto es similar a lo que les pasa a las personas de setenta años. La diferencia es como auto describimos estos eventos. Ciertamente Alzheimer es real y ocurre, pero no significa que cada pequeño lapso de memoria a corto plazo indica un desorden biológico.

 

Si la memoria no esta localizada en un lugar particular... ¿como, entonces, funciona? Los psicólogos de la Gestalt creen que cada vez que experimentamos algo, un paseo por la plaza, el gusto del queque que la mama hacia o la lectura de Cien Años de Soledad, deja una huella en el cerebro, una especie de residuo químico. La cantidad de veces que se repite el evento afecta la capacidad para recuperarlo en un momento posterior. Cuanto mas veces se repita, mas exacto será el recuerdo y mas corto el tiempo para recuperarlo. Así es como aprendemos cosas y porque  olvidamos eventos recientes cuando envejecemos, pero aun recordamos los mas antiguos que crearon mas rasgos. La clave es involucrarse activamente en ellos. Aprender algo pasivamente, como escuchar una conferencia, es una forma segura de olvidar. Utilizar la información, generarla y regenerarla, involucra mas las áreas del cerebro y una forma segura de recordar. Con la edad la corteza pre frontal se reduce en volumen y peso y pierde algo de su dinamismo y entusiasmo y es por eso que nos distraemos mas y necesitamos un mayor esfuerzo para concentrarnos. Y a ello habría que agregar además  la declinación mental, que comienza alrededor de los cincuenta, debido a la reducción de la  mielina, la capa de grasa aislante alrededor de los axones que sirve como línea de trasmisión del cerebro. No es que las huellas desaparezcan, pero su disminución provoca fallos y alteraciones de la señal eléctrica y disminuye la velocidad de trasmisión en el cerebro. Aquí la dieta es importante y por eso para mantener la mielina se recomienda vitamina B12 y ácidos grasos. Las investigaciones de los últimos años afortunadamente  indican que la plasticidad del cerebro no se detiene a los sesenta años, sino que continua y el cerebro todavía es capaz de realizar grandes hazañas de recableado y adaptación. Solo que lleva un poco mas de tiempo y concentración para ajustarse a cosas nuevas, algo que explica porque los viejos son mas políticamente conservadores. Pero si empujamos la mente con nuevos proyectos interesantes que requieran nuevas adaptaciones o  formas diferentes de ver el mundo, el cerebro puede adquirir una mayor protección y beneficios extras que ayudan a su mantención y flexibilidad. Los ejemplos abundan. Recientemente vimos una entrevista a la octogenaria Isabel Allende, llena de vitalidad y agudeza intelectual, a propósito de su ultima novela “El Viento Conoce mi Nombre”. Y ahora ya esta lista para empezar un nuevo proyecto. Que bien.

 

Según Groucho Marx... “cualquiera puede envejecer. Todo lo que tiene que hacer es vivir lo suficiente”. O tal vez no. En todo caso “si hubiera sabido que iba a vivir tanto tiempo, me habría cuidado mejor” dice la psicóloga  Eleonor Maccoby al cumplir cien años... ¿Qué esta pasando en el cerebro de esos adultos mayores que permanecen mentalmente vitales hasta los ochenta, noventa y cien años? La sabiduría que encontramos en algunos viejos se deriva específicamente de asociaciones, experiencias, reconocimiento de patrones y analogías y, según los neuropsicologos, los cambios que se producen en el cerebro a esta edad permiten a los dos hemisferios comunicarse mas libremente. Puede que los viejos no sean tan rápidos en cálculos mentales y en la recuperación de nombres y detalles, pero son mucho mejores y mas rápidos para ver el panorama general,  “the big picture”, debido a décadas de generalización y abstracción. Y es por eso es que son mas sabios, algo que le permite manejar algunos problemas de manera mas rápida y efectiva que el poder de fuego de la juventud. Una cualidad que las sociedades tradicionales mas remotas siempre apreciaron. El Dalai Lama acaba de cumplir 88 años rodeado del respeto y amor  de sus compatriotas tibetanos  y continua difundiendo su mensaje de paz y compasión con la misma elocuencia mental de siempre.  

 

Y, sin embargo, a pesar de todos estas investigaciones, todavía es difícil cambiar la forma en que la sociedad en general piensa acerca de la edad avanzada, algo que ahora necesitamos mas que nunca si consideramos que para el 2030 en muchos países habrá mas personas de sesenta y cinco años que menores de quince años. El estudio del cerebro puede ayudar aquí a comprender su historia y proceso transformador y abrir el camino para desvelar la realidad acerca del envejecimiento, antes de poner al viejo en el closet.

 

En el 2018 a la feminista Gloria Steinem, de 84 años de edad en ese momento, le preguntaron... ¿A quien le pasaras la antorcha? “A nadie” dijo riendo, “Estoy aferrándome a mi antorcha. Dejare que otras personas enciendan la suya en la mía”.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, April 7, 2024

Descalza


La Poesia

Descalza

De

Palabras

Y

Sin

Sus calceties

Llenos

De

Fantasia

Fue

A

Comprarlos

A

Una zapateria

De

Antologías.

No

Habían

Su numero

Y

Los calcetines

Ya

No

Se fabricaban.

 

Nieves.


Sunday, March 31, 2024

¿Y quien es Dios?

 

¿No seria mejor que antes de demostrar o negar la existencia de Dios, debiéramos  tener una idea  de que estamos hablando? Si decimos que Dios existe lo obvio es tratar de explicar que significamos con ello antes de tratar de probar su existencia. Esto es un prerrequisito de inteligibilidad del que no podemos prescindir. De lo contrario, no estaríamos comunicando nada. La pregunta por el significado de una creencia religiosa es lógicamente anterior a la cuestión de si aceptamos esa creencia basada en la fe o si esa creencia constituye conocimiento.

 

Históricamente han habido muchos Dioses, desde las divinidades antropomórficas de los griegos  hasta el Dios omnipotente del cristianismo. Algunos son todopoderosos  y omniscientes y otros no. Algunos son objeto de reverencia mientras que otros no. Con algunos podemos comunicarnos y con otros no. Todas estas diferencias, junto con muchas otras, hacen bien difícil llegar a una descripción adecuada de Dios, una descripción común  que contenga, por ejemplo, toda la variedad  de religiones.  Mucha mas sangre se ha derramado en guerras religiosas que entre creyentes y ateos.

 

Cuando alguien habla de la Divinidad en las creencias teísticas tradicionales   generalmente es  para designar  un ser supernatural o trascendente.  Algunos teólogos, sin embargo,  adoptan una concepción naturalista. Dios no esta afuera, arriba o mas allá de la naturaleza, sino que es parte integral de la existencia natural y debe ser considerado como algo inmanente a ella. Pero, si en el panteísmo  Dios  es sinónimo del mundo natural o parte integral de el... ¿por que llamarlo Dios? Otros teólogos contemporáneos, como Tillich y Robinson, intentan también naturalizar la noción.  Dios, dicen,  es el fundamento inmaterial del ser, infinitamente trascendente de todo lo que es fundado.   Es el “ser en sí mismo”, algo a lo cual  no se le puede aplicar los conceptos de existencia o no existencia. Luego, de acuerdo con esto no podríamos decir   que Dios existe. Robinson, por su parte,  rechaza la noción de un ser súper natural que existe  fuera del mundo. Dios, por definición, es la “ultima realidad”. Uno no puede argumentar si la última realidad existe o no. Solo preguntar como la última la realidad es. No se trata de si Dios existe o no. Se trata, dice, de nuestra apertura a la  profundidad insondable del ser. Según los teólogos tradicionales  todo esto es un uso confuso y arbitrario de la noción de Dios que distorsiona la diferencia entre creyentes y no creyentes.  

 

La discusión filosófica debiera ser tan clara y precisa como sea posible y restringir el concepto de Dios a un ser sobrenatural esta en el interés de la claridad. La diferencia entre Dios y la existencia natural debe ser una diferencia  cualitativa. Si Dios existe,  tiene que existir mas allá de las leyes del marco natural. Pero, si existe fuera de las leyes naturales, entonces  es incognoscible al  ubicarse fuera de la capacidad del conocimiento humano. Sin misterio, sin algún elemente  incomprensible, un ser no podría ser sobrenatural. Hablar de un  ser sobrenatural, por tanto, es hablar de un ser que trasciende  el conocimiento humano.  La creencia en un ser incognoscible es el tema central del teísmo y  el punto mas controversial entre el teísmo y el ateísmo critico. Súper natural, según este ultimo, no nos dice nada positivo acerca Dios. Nos dice lo que no es, pero no lo que es. Según George H. Smith el que lo Súper natural sea incognoscible, el elemento epistemológico mas importante de la teología, implica que lo que  las cosas que los teólogos tratan de decir pertenecen a la clase de cosas que no se pueden decir. Afirmar la existencia de algo que por naturaleza no puede ser conocido es caer en el pantano de la contradicción.

 

La sobrevivencia del teísmo, según muchos teólogos, no esta en abandonar la noción de lo Súper natural. En el pensamiento cristiano siempre ha habido una fuerte  corriente de teólogos que defienden  la capacidad humana  para conocer a Dios a través de la razón, especialmente dentro del marco tomista. Tradicionalmente el cristianismo ha sostenido dos posiciones en relaciona a la naturaleza de Dios. Una es la vía negativa. La otra, la vía positiva.

 

La vía negativa se basa  en la premisa de que no podemos conocer que es Dios, pero si lo que no es. Es decir, podemos tener cierto conocimiento de la naturaleza de Dios si especificamos que características El no puede poseer.   Pero, el problema es que si lo describimos solo en términos negativos es imposible distinguirlo de la no existencia. Cualquier ser que sea caracterizado enteramente en términos negativos no puede ser diferenciado de lo que no es. Dios no es materia. Tampoco lo que  no existe. Dios no tiene limites. Tampoco, el no ser. Dios no es visible. Tampoco lo que no existe. Si el creyente desea distinguir su creencia en Dios de la creencia en nada debe darle alguna sustancia positiva al concepto de Dios.  Para saber lo que Dios no es uno debe tener algún conocimiento previo de lo que Dios es. Sin alguna idea positiva de su naturaleza es imposible determinar  que características no puede poseer. Si Dios no puede ser conocido en alguna forma positiva,  entonces Dios no puede ser conocido.  

 

Para escapar al dilema del agnosticismo muchos teólogos cristianos usan la teología negativa junto a la teología positiva. Aquinas, por ejemplo,  le asigna a Dios términos positivos  tales como “conocimiento”, “vida”, “voluntad”, “amor”, “justicia”,   “piedad” y “poder”. Todo esto suena bastante bien... excepto por un pequello detalle ¿ no son todas estas cualidades de importancia secundaria al referirse a la personalidad de Dios  mas que a su naturaleza metafísica?  Decir que Dios es amor o que es piadoso no es igual que decir que  es infinito o inefable. Sabiduría, amor, conocimiento o poder son cualidades positivas...  ¿cualidades de quien? ¿cuál es la naturaleza del ser que las posee? Cuando se dice que Dios es sabio o que posee conocimiento...  ¿es  este un conocimiento conceptual, que es el  conocimiento que nos es familiar? Si es así, entonces Dios es capaz de error. Cuando se dice que Dios posee poder o capacidad ¿ es este poder similar al poder que los humanos entendemos por tal? ¿es el amor de Dios igual al amor  humano? Si es así, entonces Dios es capaz de poseer emociones y pasiones al igual que nosotros.   Este es el dilema... si le asignamos a Dios características positivas que retengan su significado, lo reducimos a un nivel antropomórfico. Pero, si estos predicados no significan lo mismo cuando se aplican a Dios, entonces ellos presumen algún significado desconocido o misterioso, lo que  equivale  a decir que carecen de significado.  En otras palabras, usamos el lenguaje humano  para hablar significativamente acerca de Dios, lo que implica que Dios no puede diferir cualitativamente de la existencia finita, o el lenguaje humano no puede ser aplicado  a Dios, lo que equivale a decir que la palabra Dios carece de sentido.

 

La doctrina de la analogía ha sido uno de los mayores intentos de rescatar a Dios del dilema del antropomorfismo-agnosticismo.  Cuando aplicamos cualidades positivas a Dios, tales como sabio o bondadoso, no las usamos con el mismo significado con que  las aplicamos a una existencia finita, pero tampoco con un significado completamente diferente  y sin relación. Lo que hacemos es predicarlas analógicamente basados en en una resemblanza entre Dios y los seres finitos. Pero... ¿cómo podríamos reclamar una resemblanza entre Dios y los seres humanos, si Dios difiere, no en grado, sino cualitativamente de nosotros? Es esta diferencia la que impide argumentar que Dios posee las mismas cualidades que el humano, pero en un grado inmensamente mayor. La bondad de Dios no es la bondad del ser humano magnificada tremendamente, ni tampoco la inteligencia divina es algo así como un genio humano  elevado al cuadrado.  Aquí no estamos hablando de un Superhombre, sino de un ser de naturaleza completamente diferente en donde no cabe ninguna posibilidad de que pueda haber similitudes intrínsecas entre los atributos de Dios y el ser humano. La respuesta a este impase es que Dios posee cualidades apropiadas a su naturaleza infinita y el humano según su naturaleza finita. La cosa, sin embargo,  es que si uno va a conocer analógicamente algo de Dios, entonces uno debe conocer algo de Dios. El conocimiento analógico de la naturaleza de Dios presupone un conocimiento no analógico de su naturaleza. Si Dios es incognoscible y cualitativamente diferente de los seres finitos, no podemos tener idea que significa asignarle cualidades positivas, porque no tenemos conocimiento de su naturaleza.  Es como decir que un ser desconocido posee cualidades desconocidas en una forma incognoscible.

 

¿Cuál es la naturaleza de Dios, como ser metafísico? Según el Antiguo Testamento Dios le dice a Moisés.. “Yo soy el que soy”.  Lo que significa, de acuerdo a San Agustín, es que Dios nunca cambia. Y para Aquinas,  la identidad de la esencia de Dios es identica con su existencia. Dios es su propia esencia, su esencia es su propio ser. La esencia es la naturaleza de una sustancia, lo que hace una cosa ser lo que es. La existencia es lo que hace a una esencia real, lo que le da existencia. Podemos definir la esencia de un centauro sin implicar su existencia. Con un toro podemos especificar  no solo su esencia, sino, también, su  existencia. En cada sustancia finita, dice Aquinas, hay una distinción entre esencia y existencia. Excepto, en Dios. Dios es simple, no esta compuesto de partes y, conceptualmente, no puede divorciarse de su existencia. Su naturaleza es su  existencia como tal. En otras palabras, un “ser necesario”, auto suficiente. Esta es la esencia de Dios y el “principio fundamental  de los atributos Divinos”. A partir de este principio, los  teólogos escolásticos deducen las otras cualidades de Dios... “infinitud”, “perfección”, “inmutabilidad”.

 

¿En que medida estos atributos le dan sentido al concepto de Dios? La distinción entre esencia y existencia, dice Aquinas, es el método a través del cual percibimos y obtenemos conocimiento de la realidad. Esta distinción  es la condición del entendimiento y lo que le da sentido a la realidad. Ahora, si esto es así, según Aquinas, entonces Dios escapa a la comprensión humana, porque en El no podemos separar la esencia de la existencia. La distinción básica con la que entendemos la realidad no puede aplicarse a Dios lo que lo transforma en algo incomprensible. El mismo Aquinas lo admite... “el conocimiento de un ser auto suficiente  esta mas allá del poder natural  de nuestro intelecto”. Según el padre F.C.Copleston “no podemos tener un  claro concepto de lo que esto pueda ser, porque nosotros inevitablemente distinguimos entre esencia y existencia, entre lo que una cosa es y el hecho de que la cosa existe”. El historiador escolástico Etienne Gilson, igualmente dice que “desde que no podemos concebir de ninguna manera una esencia que sea solo  un acto de ser, no podemos de ninguna manera concebir lo que Dios es, incluso con la ayuda de tales atributos”.

 

Con lo que finalmente nos quedamos es  que la naturaleza de Dios es “enteramente desconocida” para el ser humano. Que el concepto de Dios  carece de contenido cognitivo y esta sola admisión nos devuelve directamente al agnosticismo.   Cuando el creyente dice  “Dios existe”... realmente no sabe de que es lo que existe.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, March 24, 2024

Nomade de jardines

 

La flor,

Nomada

De

Jardines,

Nos

Planta

Sus semillas

En

El aire,

Amigo

Del

Viento,

Que

Las deposita

En

La tierras-casas

Como

Risas

De

Primaveras.

 

Nieves.


Sunday, March 17, 2024

El gruñón

 

Por todos lados vienen las  presiones para ser positivos y optimistas y reemplazar las malas noticias por las buenas. Las fuerzas culturales y la psicología popular han venido impulsando una búsqueda frenética de la felicidad, generando venta de libros de miles de millones de dólares, junto con la industria de autoayuda y las citas y frases inspiradoras que frecuentemente encontramos en el internet. Hoy podemos contratar no solo  a un decorador de interiores, sino también a un experto en felicidad, tomar clases con un gurú en meditación o encontrar la satisfacción interior con una aplicación. Y para no ser menos el ejercito de Estados Unidos actualmente entrena a sus soldados en psicología positiva, el optimismo se enseña en las escuelas del Reino Unido y el “índice de la felicidad” se ha convertido en un indicador del bienestar nacional para rivalizar con el PIB.

 

Lo curioso es que, después de todo, si reflexionamos sobre el pesimismo y el mal humor descubramos que  tienen algunas ventajas, aunque sea bien difícil de creer. El cínico y el pesimista, según indican algunos estudios,  pueden tomar decisiones mas perspicaces y reducir el riesgo de ataques al corazón e, incluso, pueden esperar matrimonios mas estables, mayores ganancias  y vidas mas largas, aunque por supuesto, anticipan lo contrario. El buen humor, extrañamente, conlleva ciertos riesgos como disminuir la atención a los detalles y hacernos mas crédulos y egoístas. Y la positividad  puede fomentar el consumo excesivo de alcohol y el comer en exceso en los países que pueden darse el lujo de hacerlo.  La clave de esto, según la psicología evolutiva,  esta en la noción de que los sentimientos son adaptativos. La ira, la tristeza y el pesimismo no son castigos divinos o pura mala suerte, sino que evolucionaron para cumplir funciones útiles de sobrevivencia y ayudarnos a prosperar.  Las quejas de Hesíodo, los rencores obsesivos de Newton, las rabietas de Beethoven, el pesimismo y negatividad de Schopenhauer, entre otros, por ejemplo, parecieran indicar que los genios visionarios a menudo tienen mal genio y que, a pesar de ello, este  no ha impedido su poder creativo.

 

Por harto tiempo esto parecía un misterio. Pero, en el 2009 Matthijs Baas de la Universidad de Ámsterdam decidió resolver lo que, al parecer, se presentaba como una incógnita. Para ello recluto un grupo de estudiantes  y se puso a trabajar haciéndolos enojar en nombre de la ciencia. Les pidió a la mitad de ellos que recordaran algo que les había irritado y escribieran un breve ensayo al respecto. Esto ultimo, encima del recuerdo, los enfureció un poco mas, según Matthijs, aunque no los llevo a ataques de ira. A la otra mitad del grupo los hizo sentirse tristes.  Luego, los dos equipos se enfrentaron en un juego diseñado para poner a prueba su creatividad. Tuvieron 16 minutos para pensar en todas las formas posibles de mejorar la educación en el departamento de psicología. El equipo enojado produjo mas ideas, al menos al principio. Sus contribuciones fueron mas originales, repetidas por menos del 1 por ciento de los participantes del estudio. Crucialmente los voluntarios enojados fueron mejores en momentos de innovación al azar, lo que conocemos como pensamiento “no estructurado”. En el uso de un ladrillo, por ejemplo, el pensador sistemático sugirió hasta diez tipos diferentes de construcción, en tanto que el que uso un enfoque menos estructurado invento un uso completamente nuevo al convertirlo en un arma o en un objeto de decoración.  

 

Aquí se podría decir que la creatividad se reduce a la facilidad con que la mente se desvía o no de un pensamiento a otro. En una situación que requiere luchar o huir, es fácil ver como convertirse en un “genio loco” podría salvar la vida. La ira, dice Matthijs, prepara el cuerpo para movilizar recursos. Nos indica que la situación en la que nos encontramos  es mala y nos da un impulso energético para salir de ella. 

 

La cosa funciona mas o menos  así... como la mayoría de las emociones, la ira comienza en la amígdala, esa estructura en forma de almendra  responsable de detectar amenazas a nuestra seguridad.  Es extremadamente eficiente  en dar la alarma mucho antes que el peligro se haga consciente. Son estas señales químicas las que nos enojan. A medida que la adrenalina inunda el cerebro se inicia el estallido de furia enérgica  y apasionada que puede durar varios minutos. Como sabemos por experiencia propia la respiración y el ritmo cardiaco  se aceleran y la presión arterial se dispara. La sangre corre a las extremidades enrojeciendo la cara, signo distintivo de que la persona esta molesta. Según los biólogos, esta reacción evoluciono principalmente para preparar el cuerpo para la agresión física. Pero, también  sabemos que estas respuestas fisiológicas  tienen otros beneficios, como aumentar la motivación y tomar riesgos mentales, lo que es extremadamente útil, siempre y cuando se tenga la oportunidad de desahogar la ira luchando contra el tigre o algún otro enemigo como ocurría en los tiempos de la caza y la recolección o gritándole a la familia o a los compañeros de trabajo, en nuestros días. Obviamente todo esto va a  alienar a algunas personas, pero el beneficio es que el sistema biológico vuelve a la normalidad. La moraleja, según esta narrativa,  es que evitar el mal humor puede tener consecuencias graves para la salud.

 

Esta idea de que la represión de las emociones puede ser dañina para nuestro bienestar físico y psicológico es bien antigua. Aristóteles creía firmemente en el poder de la catarsis y creía que las obras clásicas les permitía a los espectadores experimentar la ira, la tristeza y la culpa en un ambiente controlado. Al sacar todo a luz todos esto sentimientos podrían ser purgados. En nuestra época, Freud cambia el teatro por el diván del terapeuta. 

 

No hace mucho, en el 2010 para ser precisos, un equipo de investigadores decidió probar esta hipótesis. Para ello encuestaron  a un grupo de 644 voluntarios con enfermedades a las arterias coronarias para determinar sus niveles de ira reprimida y tendencia para experimentar angustia y los siguieron entre cinco y diez años para ver que ocurría. El 20% experimento un evento cardiaco importante y el 9% murió. Inicialmente parecía que tanto la ira como la ira reprimida aumentaban la probabilidad de sufrir un ataque al corazón. Pero, después de controlar otros factores, encontraron  que la ira no tenia ningún impacto, mientras que suprimirla aumentaba casi tres veces las posibilidades de sufrir un ataque al corazón o provocar una alta presión arterial crónica.

 

Según algunos científicos el mal humor puede ser beneficioso para una serie de habilidades sociales, como mejorar las habilidades del lenguaje, la memoria y hacernos mas persuasivos. Según el investigador Joseph Forgas, los estados de animo negativos indican que estamos en una situación nueva y desafiante que requiere un estilo de pensamiento mas atento, detallado y observador. Sentirse ligeramente deprimido mejora nuestra consciencia de las señales sociales, prestan mas atención a las normas y expectativas sociales externas y actúan de manera mas justa con los demás.

 

Aunque a menudo se piensa que la felicidad es intrínsecamente virtuosa, lo cierto es que esa emoción no trae tales beneficios. Según un estudio un grupo de participantes que se sentían asqueados, tristes, enojados, temerosos, felices, sorprendidos o neutrales participaron en el “juego del dictador”. El primer jugador recibe algo de dinero y se le pregunta como le gustaría dividirlo  entre el y el otro jugador. El segundo jugador no tiene nada que decir. Simplemente recibe lo que el primer jugador decide. El resultado es que los participantes mas felices se quedaban con la mayor parte del premio, mientras que los que se sentían tristes eran efectivamente menos egoístas.

 

En algunas situaciones la felicidad puede llevar a serios riesgos, especialmente si pensamos que esta asociada con la hormona oxitocina que reduce la capacidad para identificar amenazas. La felicidad en tiempos prehistóricos habría dejado a nuestros antepasadas vulnerables  a los depredadores. Hoy día puede impedirnos prestar atención a peligros como el consumo excesivo, la sobrealimentación típica de los países ricos y las consecuencias del crecimiento económico sin limites. La felicidad funciona, según Forgas, como una señal abreviada de que estamos a salvo y que no es necesario prestar demasiada atención  al medio ambiente.  

 

De todas las emociones positivas, el optimismo sobre el futuro puede tener los efectos mas irónicos. Al igual que la felicidad, las fantasías positivas pueden ser profundamente desmotivadoras, según Gabriele Oettingen de la Universidad de Nueva York. Los graduados  que fantasean con el éxito en el trabajo, dice,  terminan ganando menos, los pacientes que sueñan despiertos con mejorar  tienen una recuperación mas lenta. Gabriele ha demostrado de acuerdo a sus estudios que cuanto mas ilusorio sea su pensamiento, es menos probables que se hagan realidad.  

 

El “pesimismo defensivo”, en cambio,  implica el empleo de la Ley de Murphy, la inevitabilidad cósmica de que todo lo que puede salir mal, saldrá mal. Al anticipar lo peor, se puede estar preparado cuando realmente ocurra... ¿no fue esto lo que recientemente hizo NASA con su tecnología de defensa planetaria del mundo al impactar y mover con éxito, después de 10 meses de vuelo espacial, un asteroide, que en el futuro podría dirigirse hacia nuestro planeta?

 

Nieves y Miro Fuenzalida.


Sunday, March 10, 2024

Nomade de jardines


La flor,

Nomada

De

Jardines,

Nos

Planta

Sus semillas

En

El aire,

Amigo

Del

Viento,

Que

Las deposita

En

La tierras-casas

Como

Risas

De

Primaveras.

 

Nieves.


Sunday, March 3, 2024

La princesa y el filosofo

 

El psiquiatra e investigador Bruce Greyson cuenta que hace algunas décadas atrás una mujer que acababa de intentar suicidarse le hizo cuestionar todo lo que sabia acerca de la mente y el cerebro. Estaba a punto de saborear unos espaguetis, recuerda, cuando mi teléfono sonó y el tenedor se me cayo de la mano salpicando salsa de tomate en mi corbata. La llamada era para comunicarme que había llegado a emergencia una paciente con una sobre dosis y su compañera de habitación estaba esperando para hablar con conmigo. Cogí la bata blanca, me la abroche hasta arriba para esconder la mancha y baje a emergencia. En las notas leí que Holly, una  estudiante universitaria, por el momento estaba estable, pero inconsciente. Cuando la visite en la sala de emergencia con los cables de los monitores atados a su cuerpo, no reacciono cuando la llame por su nombre. Su compañera me esperaba en otra sala  al final del pasillo. Al juntarme con ella la invite a sentarse y me desabotone la bata debido al calor, dirigiendo el ventilador hacia nosotros. Me conto lo que había ocurrido... la encontré inconsciente en su cama, me dijo. Probablemente una sobre dosis del antidepresivo que acostumbra a tomar. Luego de recolectar toda la información que pude volví a la habitación y el enfermero que la atendía me dijo que ella no se había movido y seguía inconsciente. A la mañana siguiente volví a verla. La llame con voz suave. Abrió los ojos y le dije, soy el doctor Greyson, de psiquiatría. Cerro los ojos y asintió. Segundos después murmuro en voz baja... Se quien eres. Te recuerdo de anoche... ¿como así? le pregunte. Anoche parecías dormida, no creo que pudieras verme. Y, con los ojos semi cerrados, murmuro... No en la habitación. Te vi hablando con Susan, sentados en el sofá. Le pregunte... ¿alguien te lo dijo? No. Te vi. En ese momento no supe como proceder. Llevabas una corbata a rayas que tenia una mancha roja, dijo con convicción. Y continuo replicando la conversación que había tenido con Susan, sin ningún error, incluyendo el momento en que moví el ventilador. Quede totalmente desconcertado. Era imposible ¿como podía saber todos esos detalles? En la sala Susan y yo estábamos solos. Nadie sabia los detalles de nuestra conversación. Y solo alguien que hubiera estado en la sala podía haber visto la mancha en mi corbata. Pero ella lo sabia. Solo recién acababa de volver en si y no había hablado con su compañera desde el día anterior. Luego, su respiración errática me indico que se había vuelto a dormir.

 

Aquel incidente me dejo bloqueado porque no podía explicarlo. Solo había una imposible alternativa... que la parte de Holly que pensaba, oía y recordaba había salido de su cuerpo  y de algún modo me había seguido por el pasillo hasta la sala de espera y, sin tener ojos ni oídos, había percibido mi conversación con Susan. Pero esto obviamente no tiene sentido. A no ser que pensemos que el cuerpo y la mente son dos sustancias diferentes.

 

Y esto es justamente lo que pensó Descartes. La materia o la res extensa, según el filosofo francés, es esencialmente espacial. Ella tiene altura, profundidad y longitud o una o mas de ellas. No podemos decir lo mismo de la mente o la res cogitans. Ella no ocupa espacio, no tiene forma ni dimensiones. Su característica esencial no es el volumen, sino la consciencia. Y estas dos sustancias, a pesar de ello, interactúan.

 

Aparentemente Descartes no vio que aquí hay un problema. Y fue nada menos que una Princesa, Elisabeth de Bohemia, la que se lo dio a conocer en una carta de Mayo de 1643... si la mente afecta el cuerpo, debe entonces hacer contacto con el y para ello debe estar en el espacio  y tener extensión. En ese caso, el alma es física. En otras palabras, si hacemos una clara distinción entre física y fisiología, por un lado, y psicología, por el otro, nos quedamos sin un principio  que nos indique cómo se conectan o, mejor aun,  como interactúan. Y esta es la paradoja que da origen al problema del cuerpo y la mente. Un tremendo problema que no se lo debemos a Descartes sino a la Princesa que lo vio con una claridad meridiana y que nos persigue hasta hoy.

 

Una paradoja es un grupo de proposiciones verdaderas, pero que tomadas en conjunto son inconsistentes. Y esto es lo que ocurre con el problema de cuerpo y mente. En breve...

 

La mente es algo no físico.

El cuerpo es una cosa física.

La mente y el cuerpo interactúan.

Las cosas físicas y no físicas no pueden interactuar.

 

No podemos  negar ninguna de estas proposiciones. Pero, igualmente, no podemos afirmar que en conjunto sean consistentes. A lo menos una de ellas debe ser eliminada. Y al hacerlo terminamos con que la realidad   fundamental es enteramente material o enteramente inmaterial o, parcialmente material y parcialmente inmaterial. 

 

Con absoluta certeza, dice el idealista,  no puedo negar la posibilidad de que estoy en la Matrix y que toda mi experiencia del mundo exterior es  solo una mera  ilusión. Todo lo que tenemos son solo nuestras propias percepciones sensoriales ubicadas en la mente. Mas allá de ella no hay nada... “esse es percipe”. La llamada materia del mundo es fundamentalmente materia mental. Y nada mas.

 

Es bien difícil aceptar la creencia de que el sustrato de todo es de carácter mental. Pero, al mismo tiempo, también es bien difícil negar que la mente es lo primario y mas directo en nuestra experiencia y que todo lo demás es inferencia, a pesar de que la creencia mas común en nuestros días es la de que las sensaciones son parcialmente causadas por la realidad. Pero, a pesar de ello, hay que tener en cuenta que es ciertamente el cerebro el que las construye completamente para presentarnos el mundo en la forma que necesitamos para abrirnos camino en el.

 

Esto no significa, sin embargo, que no haya un mundo real ahí afuera que no depende de nuestras percepciones. Uno que a veces nos machaca y destruye. Para los naturalistas la realidad fundamental es completamente física y todo lo que hay depende finalmente de ella. La psicología, la fisiología, la neurología, la física y las ciencias cognitivas operan con el principio de que no hay actividad mental en la ausencia del cerebro, del sistema nervioso o de estructuras físicas análogas. La evidencia es abrumadora. El daño de una parte del cerebro destruye parte de nuestros pensamientos, elimina habilidades cognitivas y altera capacidades personales y emocionales. Si hay alguna duda mira solo a alguien con daño cerebral. Cuando se restauran las funciones electroquímicas del cerebro se renuevan las funciones mentales. Cuando alteramos la química del cerebro a través de drogas, por ejemplo, alteramos también nuestros pensamientos, percepciones  y emociones. La dependencia causal en todos estos casos es innegable. La mente, por tanto, depende de las reacciones químicas y eléctricas especificas del sistema nervioso. No hay mente sin cerebro al igual que no hay sonrisa sin rostro.

 

 Obvio... con meridiana claridad podemos identificar las estructuras necesarias para que la consciencia se manifieste. El problema, sin embargo, es que no encontramos la consciencia en el cerebro, lo que nos hace sospechar de que la mente  no puede reducirse a una cosa meramente física. El neurólogo puede observar la actividad de tu cerebro con la ayuda de la imagen de resonancia magnética pero no podrá observar tus pensamientos ni captar “como es” tu experiencia del mundo exterior. Nuestras experiencias del aroma del Jazmín, del azul del cielo o de mi dolor de muelas son solo experiencias de la primera persona... ¿podrías explicarle a otra persona que carece de olfato como se siente el aroma de la flor o el ritmo del jazz si carece de audición? Ese rojo del copihue que yo veo ¿será el mismo rojo que tu vez? El neurocientífico tiene  una explicación de cómo exactamente el cerebro causa tu repuesta al dolor, pero la explicación deja afuera la sensación de dolor. El no puede doler mi dolor. Estos son aspectos cualitativos de nuestra experiencia consciente  que no pueden ser captados solamente por la materia en movimiento o por cualquier tipo de mecanismo o instrumento físico. El fisicalismo no tiene una respuesta de como los procesos físicos en el cerebro dan lugar a la experiencia consciente.

 

Pareciera, entonces, que hay “algo mas” que la pura arquitectura fisiológica del cerebro... ¿como explicamos la aparición de este “algo mas”? Una idea es la de que la consciencia emerge como una función de la “integración informativa“ o complejidad cerebral. El cerebro de una hormiga, por ejemplo, manipula información de manera bastante simple, por tanto, su nivel de información integrativa y su consciencia es bastante baja, aunque no tanto como la de un termostato, que seria mucho menor, si pensamos en el pansiquismo. Una consciencia como la humana, en cambio, solo puede surgir con un cerebro mucho mas complejo. Y la consciencia, cualquiera sea el nivel de complejidad cerebral que logre, según esta idea, es una entidad básica que no puede ser analizada en términos de otra cosa. La experiencia puede correlacionarse con estados cerebrales, pero no es lo mismo que esos estados. Son dos cosas radicalmente diferentes. Cierto.

 

Pero, la cosa es que si  la mente surge de lo físico, pero no es física... ¿como ha surgido? Y, peor aun... ¿como puede interactuar con lo físico? Todavía no lo sabemos.

 

Una mejor aproximación, aunque no totalmente, es la del monismo neutral... un elemento neutral, considerado en una secuencia física, es físico, pero el mismo elemento, considerado en una secuencia mental es, por esa razón, considerado mental. Un color, por ejemplo, es un objeto físico en cuanto consideramos su dependencia de la luz, de otros colores, de la temperatura, del espacio, etc. Pero cuando consideramos su dependencia de la retina y otros elementos del cerebro es, entonces, un objeto psicológico que experimentamos  como sensación. No es el objeto, sino la dirección de la investigación lo que es diferente. La paradoja del cuerpo y la mente surge cuando mezclamos ambos modos de representación en una misma frase, modos que, en realidad, usados en forma correcta pertenecen a diferentes lenguas. El mantener los dos modos separados no impide, sin embargo, que la mente y el cuerpo interactúen. Pero... nuevamente aquí no tenemos ningún detalle de cómo esa inter acción funciona, de cómo un proceso físico se experimenta como un proceso subjetivo.

 

Actualmente tenemos una rica variación de teorías basadas en una u otra de estas ideas o una combinación de ellas. El problema es que todas ellas topan con las mismas limitaciones y ninguna nos puede dar indicios de que paso con Holly... ¿como explicamos que personas que tuvieron experiencias cercanas a la muerte puedan dar información de detalles de su entorno en el momento en que estaban inconscientes, con un EEG plano, que indica ausencia de actividad eléctrica en las partes principales del cerebro? Este es un problema importante porque no puede ser explicado por ninguno de los mecanismos neuronales conocidos y, mucho mas grave, violan algunas leyes fundamentales en las que se basan las ciencias naturales.

 

La dificultad en el estudio de este tipo de fenómenos es su falta de reproducibilidad. No pueden generarse intencionalmente porque son singularidades de una dinámica que nunca se repite, lo que hace difícil o imposible que puedan investigarse experimentalmente. Y, debido a esto, no se pueden estudiar con las herramientas y métodos científicos que hoy disponemos. Puede que algún día descubramos nuevos principios que nos den indicios de los procesos subyacentes en este tipo de fenómenos y alguna evidencia de la trasmisión de información a través del espacio y tiempo. O puede, también,  que la consciencia sea un misterio para siempre.

 

Nieves y Miro Fuenzalida.